Lo
que estamos conociendo del caso Gürtel está confirmando todo lo que
sospechábamos. Lo hemos dicho muchas veces: el PP es una trama de corrupción
que se presenta a las elecciones. No es un problema individual, vinculado a
algunas manzanas podridas, sino que afecta de lleno a la estructura del
partido. Son una banda organizada para el crimen. Por eso puede resultar
llamativo que el PSOE haya decidido blanquear a esta tropa mediante la
abstención en la investidura del jefe de la banda. Pero hay más. Correa, el
individuo que mediaba entre el PP y las grandes empresas, sobre todo
constructoras, ha reconocido que éstas pagaban «mordidas» para acceder a
contratos públicos. Ha señalado, por ejemplo, a ACS, cuyo presidente es el
oligarca Florentino Pérez, que también recibió multimillonarias indemnizaciones
en el caso Castor. Aquella indemnización, por ejemplo, la aprobó el PSOE en el
2008 y la ejecutó el PP en 2014.
En
España el vínculo entre el modelo especulativo y la corrupción es evidente,
como también lo es que el régimen del 78 se ha basado precisamente en ambos
pilares. Una élite económica –conocida como IBEX- y una élite política
–conocida como bipartidismo- que casan en feliz matrimonio, la oligarquía, con
un regalo de bodas que consiste en puertas giratorias y sobres con dinero
negro. Y ahí, en la defensa de este régimen corrupto, es donde PP y PSOE se
encuentran aliados; se reconocen, se respetan. Así se entiende mucho mejor que
los amotinados del PSOE, los dirigidos por Felipe Gónzalez y Susana Díaz, hablen
ahora del «mal menor» de que esta banda nos siga saqueando impunemente.
Pero
nosotros lo tenemos claro: ni nos van a comprar ni nos van a domesticar; no nos
rendiremos, y pelearemos hasta acabar con este régimen. Creo que nuestro país y
su gente trabajadora se merece algo mucho mejor que ser gobernados por una
mafia.
Alberto
Garzón Espinosa
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