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sábado, 12 de mayo de 2018

Enrique Santiago: “Las ideas del marxismo siguen vigentes”. Entrevista al nuevo Secretario General del PCE, que insiste en la necesidad de una sociedad más justa donde se garanticen los derechos humanos

Thilo Schäfer/lamarea.es
La última vez que Enrique Santiago (Madrid, 1964) fue entrevistado por La Marea estaba en medio de las negociaciones de paz en Colombia como asesor jurídico de la guerrilla de las FARC. Hoy sigue implicado en salvar aquel acuerdo histórico. A esta tarea y otras causas como abogado se le ha sumado la misión de liderar el Partido Comunista de España, desde que salió elegido por el Comité Central en abril.
En el año del bicentenario del nacimiento de Marx, ¿tiene relevancia el comunismo en la sociedad actual?
Mientras la sociedad está atravesada por las desigualdades y por la negación de derechos a los trabajadores, a todo aquel que vive de su trabajo, los ideales del comunismo tienen plena vigencia. Es decir, reivindicar una sociedad más justa donde se garanticen los derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Vivimos en un mundo donde 300 personas ostentan tanta riqueza como los 3.000 millones más pobres. En España tenemos un índice de pobreza del 25% y hemos llegado a una situación en la que tener un empleo no significa salir de la pobreza por la precarización del trabajo. Hay índices que son tercermundistas como la desnutrición infantil. Cuando la injusticia sea la norma de funcionamiento está claro que las ideas del socialismo, del marxismo y del comunismo siguen vigentes.
Thomas Piketty muestra en El capital en el siglo XXI que la participación del capital en la renta nacional bajó desde la época de Marx pero que ha vuelto a crecer. ¿Nos estamos acercando al momento de máxima acumulación previsto por Marx como escenario revolucionario?
Sin duda. Es un problema del neoliberalismo, de la desregulación de las sociedades. Se ha revertido el modelo de bienestar que se creó en Europa después de la derrota del fascismo. La crisis ha constatado un sistema de reparto de riqueza absolutamente injusto. Se gravan más las rentas de trabajo que las de capital. El preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos habla del sagrado derecho de los pueblos de levantarse contra gobiernos injustos.
¿La clase obrera, el proletariado de Marx, sigue existiendo hoy o es algo más complejo?
Con la acumulación de la riqueza en pocas manos, que pretendan decirnos que han desaparecido las clases sociales es de risa. Lo que pasa es que vivimos en un mundo en el que hay una penetración cultural mucho más poderosa que en generaciones anteriores, debido en parte por medios de comunicación controlados por grandes grupos económicos. Existe un cierto desarraigo cultural y una pérdida de conciencia de clase. Pero esto no significa que no existan las clases. Hoy la clase obrera no es equiparable al concepto que había en la revolución industrial. Clase trabajadora es todo aquel que para vivir solo tiene su salario, eso si consigue acceder a un puesto de trabajo. Es una necesidad organizar a todos estos trabajadores y trabajadoras en defensa de sus derechos. Ojalá que se suman aquellas personas que no sufren tanto en primera persona la privación de derechos pero que son conscientes de que este sistema capitalista es inviable.
Hay movimientos reivindicativos muy variados, desde el feminismo a las protestas por las pensiones. ¿Es posible aglutinar todos bajo un solo paraguas, encima con una ideología tan definida como el comunismo?
Durante la historia los comunistas siempre hemos trabajado por fraguar amplias alianzas sociales y políticas con aquellos que, aunque no compartan nuestra ideología, sí quieren mejorar las condiciones del pueblo. Para ello tenemos que incrementar nuestra presencia en el conflicto social en sus distintas facetas, reivindicando los derechos de las mujeres, de los desempleados, de los precarios, los jubilados y demás. Por otro lado, hay que generar alternativas políticas fraguando alianzas con todos aquellos que consideran que este sistema es injusto. En este sentido los comunistas siempre hemos sido muy generosos al anteponer los intereses del pueblo a nuestros intereses partidistas.
A pesar de las desigualdades sociales, parece que hay temas que despiertan más pasiones. ¿Le da envidia la capacidad de movilización del nacionalismo catalán?
Creo que eso es muy complejo. Hay un sentimiento nacional histórico. El nacionalismo catalán es plural, hay un nacionalismo de derechas y uno de izquierdas. El agravio por parte del Estado ha sido aprovechado por el nacionalismo corrupto, el que ha aplicado las políticas neoliberales en Cataluña. Ha sabido abanderar este sentimiento nacionalista y opacar cualquier otra reivindicación. Nosotros defendemos la unidad del Estado, un Estado republicano. Hay una falta absoluta de comprensión del carácter plurinacional de España por parte de las fuerzas conservadores españolas. Es un conflicto político pero se ha optado por vías represivas. Lo que está haciendo el Tribunal Supremo es una locura. Es la imposición de un nacionalismo español decimonónico.
Parece que hay más pasión por la defensa de la independencia que por cualquier causa social.
Es un recurso habitual que ha ocurrido muchas veces en la historia. Cuando se recurre a ideas más primarias, de sentimientos identitarios, las personas encuentran un nexo de unión con sus más cercanos. Quieren entender que la forma de resistir a las dificultades consiste en reforzar estos nexos. Estas situaciones provocaron el auge de regímenes autoritarios en muchos lugares. Sin embargo, en Cataluña no estamos ni mucho menos en esta fase. Todo el nacionalismo catalán ha dado una lección al ser un movimiento con métodos de resistencia pacíficos y con una alta valoración de las vías democráticas. Esto ha impedido llegar a situaciones que hace 20 o 30 años en Europa causaron conflictos civiles armados.
¿Cuánto PCE hay en Unidos Podemos?
El PCE tiene un compromiso inclaudicable con Izquierda Unida, a través de la cual trabajamos en fortalecer la convergencia, no solo con Podemos, también con las Mareas, En Comú en Cataluña o con las candidaturas municipalistas del cambio. Puede haber personas que no se sientan a gusto con la convergencia, pero son minoría. Este fenómeno de rechazo, de inseguridad, tiene mucho que ver con lo que hablábamos del nacionalismo. Es una falta de comprensión de la diferencia entre la identidad política propia y la necesidad de construir programas comunes más amplios. La formación de alianzas siempre ha estado presente en el movimiento comunista.
La izquierda hace fundadas críticas de la realidad pero no sabe comunicar sus soluciones, si las tiene.
Creo que tenemos dos problemas en la izquierda. Uno, que todo el mundo está convencido de estar en posesión de la verdad que difiere de la de los demás. Luego, efectivamente, tenemos un problema de comunicación. Siempre es más difícil explicar la alternativa que analizar las circunstancias de la vida cotidiana. Primero, tenemos que decir que la alternativa no solo es viable sino que es imprescindible porque el actual sistema conduce al suicidio de la humanidad. En segundo lugar hay que dar explicaciones muy pegadas a los problemas cotidianos de la gente con ejemplos concretos de las soluciones que pueden aportar las políticas de izquierda. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Madrid [gobernado por Ahora Madrid] ha reducido la deuda multimillonaria en más de un 10% al año. Ha sido capaz de generar un superávit a la vez que aumentó en más de un 15% los programas sociales. Obviamente, tenemos un problema cuando no somos capaces de explicarlo a la gente.

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